Viejitos

Hoy, al volver a casa veía a dos viejitas tomadas del brazo, andar pesadamente por la calle. Ñatas, aplastadas, anchas, lentas, muy lentas. Me preguntaba si -si me quisieras- me seguirías queriendo cuando mi piel se arrugue y pierda hidratación, cuando mis ojos ya no sean tan lisamente ideales para el maquillaje, cuando la lógica que me hace tan "interesante" se multiplique y sean miles de lógicas simultáneas que no den pie con bola.

Pero ¿sabes? No vas a tener que quererme cuando yo sea así porque tú te vas a morir antes. Los viejitos se mueren antes que las viejitas ¡Qué actitud tan masculina esa de morirse antes que una! Tú, cuando seas viejo, serás más atractivo que ahora y ya no tendrás problemas de acné, yo me enamoraré aún más de ti por eso. Y cuando me dejes y te vayas a regalarle tus jadeos a la muerte, yo escribiré por fin el libro que me consagrará mundialmente después de muerta. Yo moriré dos años después de ti. El libro hablará de ese lobo pendejo que eres de joven y del escritor puntilloso, tremendamente tierno que serás de viejo.

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