Emocionalidad e institucionalidad

Me tomó mucho tiempo escribir un nuevo post, es que los bloguivianos 2008 hicieron que me dé cuenta de algo que parece obvio: un blog se escribe para el público, no sólo para ti, que eres la razón principal de mis letras. Pero necesité varias semanas para entender esto (parece que estoy lenta, no?) y decidir cambiar un poco el tono del blog. En ese intenso tiempo han pasado muchas cosas importantes que lamentablemente quedarán sin registro en el blog pero con seguro registro en mi vida. De a poco, se irán decantando.

El principal cambio de este blog ahora es la inclusión de otras personas a quienes me dirijo, ya no serás sólo tu (amor en el puro sentido) sino ustedes (los que deseen pasar por aquí y tomarse un cafecito virtual conmigo).

Ok, les cuento algunas cosas ahora. Dos importantes: una, hace unos días la vida me declaró su amor y el mundo hoy es hermoso, me embarga un sentimiento de catarsis, de sentir que todo es posible, algo así como nos sentimos los bolivianos el martes 21 de octubre cuando anunciaron el acuerdo entre gobierno y oposición por el Proyecto Constituyente. Y me pregunto por qué no voy a llorar de emoción yo, en mi casa, en privado, por este sentimiento que trepa hasta mis ojos si hasta el Evo derramó unas lagrimillas el martes... y en público. Y una canción que me ha acompañado en esta declaración de amor y otras vicisitudes durante estas semanas es Velha infancia de Tribalistas, aquí para compartirlo.





La segunda cosa y también muy importante es que cada vez que lo pienso, estoy más convencida de que los actos del día a día definen nuestras vidas, estos actos que se vuelven costumbres, verdades aceptadas por todos, y de ahí, reglas de juego que sin darnos cuenta, todos acatamos. Estas reglas de juego se llaman instituciones. Y por qué son tan importantes las instituciones? Pido ayuda al maestro Douglass North para explicarlo, él dice que las instituciones reducen la incertidumbre y de esa manera, se abaratan costos en cualquier interacción social que hacemos, es decir, hacen que las cosas sean menos penosas para todos.


Y en eso, de acuerdo con el Pablo, a pesar de la emocionalidad de la marcha que llegó el lunes a La Paz, lamentablemente se refuerza que esa es la práctica correcta, la institución efectiva: marchar, presionar, provocar malestar, desconfiar de los negociadores y no la negociación, la conversación, la deliberación de ideas. Sí, al final, se llegó a un acuerdo pero presionado por los miles de personas asentadas en la Plaza Murillo y sus amenazas de tomar el Congreso. En fin, me emocioné gran cosa con la marcha por la manifestación popular pero si se me deja expresar mis deseos, prefiero que aprendamos, como sociedad, procesos menos penosos.

Esito sería, hoy soy feliz.

(ilustración: Fernando López http://oneironautica.blogspot.com/)

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