Los argentinos y mi papá

Los argentinos tienen una fama no muy merecida de ser antes que nada, fanfarrones. Y usted preguntará extrañado o extrañada: ¿No muy merecida? Pues sí, mi opinión es que no muy merecida.


Tuve la oportunidad de un viaje por tierra desde Tarija hasta Buenos Aires pasando por Salta y Córdoba, en el que me puse como objetivo conocer a los argentinos. Mi impresión más fuerte sin hacer diferencias entre los argentinos del norte y los porteños es que son gentiles, gustosos de una buena charla, una buena comida, una buena obra de teatro, trabajadores, al cuidado de su facha, cariñosos, sensibles. Lindo, no? Sí, me llevé una buena impresión de los argentinos.

Y ahora en resumen y tratando de decir las cosas de manera ordenada, hay cuatro rasgos que, a mi parecer, identifican a los argentinos marcadamente:

1. Una intención de matar cualquier intención de portarse como un mal ciudadano a través de una variedad de carteles que le dicen a uno cómo hacer las cosas, desde anuncios útiles como “No arroje objetos fuera de la góndola".


U otros como “Después de usar el inodoro, baje la tapa” hasta anuncios con capacidad de ver el futuro como “los alimentos son solamente para consumir en el desayuno” en el comedor del hotel. Por si a alguien en el hotel se le ocurre aprovisionarse de alimentos para el resto del día. (Claro, eso provoca la rebeldía en mí que después de desayunar y sacar una foto al anuncio, tomo una manzana para más tarde).

Incluso en el caso de anunciar un servicio que se supone representa una ventaja para que el cliente elija un determinado almacén: “Parqueo gratuito para clientes a la vuelta de la esquina” No pueden dejar de mencionar “Sólo para bolsas grandes o compras mayores a 10 artículos” (leído en un almacén en Abasto). No habrá faltado el vivo que quiso obtener un parqueo gratuito por la compra de un chicle o un alfajor de dulce de leche. Pero en cuestión de letreros, ninguno más esforzado y orientativo que este visto en el subterráneo.


Una amiga en Córdoba me aclaró que este tipo de anuncios eran más frecuentes en el norte y que esto se debía a la intención de igualación de su población indígena con el resto de argentinos más occidentalizados. Están hechos para que todos los ciudadanos se comporten de una misma manera frente a situaciones sociales.

Claro que si de anuncios, se trata, yo me quedo con éste, aunque no muy útil para el trato con urbanidad entre bonaerenses, sí muy decidor de la personalidad de las argentinas conectadas al mundo y con personalidad propia.


2. El segundo rasgo que es absolutamente encantador es el gusto por la vida, una búsqueda de la estética permanente, de ahí viene la cantidad de diseñadores y diseñadoras de todos los niveles posibles. Por donde se mire, hay diseño, personalidad, estética: uno muy vintage, es decir, retro, antiguo que es lo que se vende en la Calle Defensa de San Telmo y lo que derrochan los barrios del microcentro; otro alternativo que está presente no sólo en Palermo Soho sino en el centro de Córdoba. Y claro uno muy europeo, clásico, para los adinerados de siempre, eso está en las tiendas de cuero o incluso en el aeropuerto de Ezeiza con una muestra casual de diseño de ropa de primer nivel.

Y qué decir de la comida, qué rico se come en Argentina! Pesado y con grasita pero rico. vale la pena mencionar que se necesita un poco de orentación para encontrar lo mejor pero no mucha, por cualquier lugar se encuentran opciones únicas excepto con el mal olfato eventual de esta servidora que con tantas ofertas buenas, se fue a encontrar el único lugar en Buenos Aires donde venden la carne dura, la salsa excesivamente ácida, el souflé de zapallo sin sabor y la atención lenta y displicente. Sin más, al Vintage Bar de la calle Defensa 588 de San Telmo, no vayan.


La excepción hace la regla. Todo en Argentina es buen gusto en el diseño, en realidad, buen gusto por la vida.

3. Se dice que los argentinos cuando aman, idolatran de verdad. El ejemplo paradigmático es el amor infinito que le tienen a Maradona pero también a Evita, y a Carlos Gardel, y al Tinelli. Ese es un rasgo fuerte de los argentinos, quieren de veras, se desgarran el alma, se comprometen.



El cariño, la pasión están siempre presentes cuando de un argentino se trata, una muestra es esta milonga tomada en la peatonal Florida.


O con la misma pasión y un fuerte sentido de justicia, recuerdan a sus desaparecidos tanto como hacer un museo de la dictadura, para que no vuelva a pasar que los cuerpos de miles de argentinos hayan sido botados al mar sin posibilidad de tranquilidad para sus almas ni de sus seres queridos. Una huella digital formada por los nombres de los desaparecidos durante la dictadura.


4. Y claro, sí también son fanfarrones, les gusta decir las cosas en grande, para muestra la charla a toda voz que mantuvieron 3 porteños hasta las 2 de la mañana en la calle Tucumán donde estaba mi hotel en Buenos Aires y este anuncio hecho y publicitado en grande para que todo el mundo se entere que allí venden pizzas.


Conclusión: hace 40 años, mi papá vivió en Buenos Aires como exiliado falangista. Este recorrido por una parte de Argentina me ha ayudado a conocerlo más, ahora ya entiendo porqué le gustan tanto las pastas, las masitas (en especial los pasteles grandes), la buena carne, los buenos materiales en la ropa y las historias donde el héroe es siempre él. Y porqué nos quiere (a su familia) como nos quiere, con toda su alma.

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